RENFE Viajeros, como empresa de transporte ferroviario, dispone de material para prestar servicios. Entre ellos, dispone de nueve vehículos denominados “trenes de época”, de los que una parte se emplean para hacer el recorrido turístico Madrid-Aranjuez-Madrid conocido como “Tren de la Fresa”. Este tren se compone de cuatro coches para transporte de viajeros, y dos furgones. En un momento determinado, dos de esos coches registraban averías tales que impedían su circulación, por lo que se decidió apartarlos para preservar la seguridad de los viajeros.
El “Tren de la Fresa” es un producto muy demandado, y con arraigo dentro de los atractivos turísticos de la Comunidad de Madrid. Conocida la necesidad de una reparación que permitiera su vuelta al servicio, la Fundación de los Ferrocarriles Española encargó a la Dirección Técnica de RENFE Viajeros que valorase la reparación de estos cuatro coches. Tras la generación de las especificaciones técnicas que regirían la reparación, se realizó la licitación y contrato de las acciones necesarias para poner de nuevo en circulación a los dos que peor estaban y que por seguridad no podían circular. Una vez reparados los dos primeros y puestos en circulación, se continuó con los dos siguientes.
Esta primera fase, con los cuatro primeros coches restaurados, ya ha concluido.
Básicamente el trabajo de recuperación de estos coches ha sido la de actuar sobre la estructura de caja y reparar los elementos deteriorados principalmente por la humedad, pero también por el paso del tiempo.
“El principal problema que hemos encontrado ha sido el de encontrar planos con los que la persona que tiene que repararlos pudiera seguir un guión, para poder restaurarlos al estado original -relata Juan José Peña, Técnico de Nuevo Material en la Dirección Técnica de RENFE Viajeros-. Nos hemos basado en la carta de Riga, que por un lado nos indica que el propósito de la conservación y/o reconstrucción es mantener y revelar la importancia del patrimonio cultural, pero también que en ese proceso se debe mantener la autenticidad (incluyendo la forma y el diseño, los materiales y el uso) dando testimonio de su significado de manera creíble».
Donde los planos originales indicaban que la madera debía ser de roble, se ha utilizado este tipo de madera. En otros casos, donde los planos indicaban que la madera a usar debía ser de teca, como es el caso del forrado exterior, al no ser posible el uso de este tipo de madera (por no encontrarse comercialmente de forma fácil), se ha ido a una madera similar en sus características como es la de iroko, también conocida como “teca africana”. “La mayor dificultad ha sido esa: abrir un coche sin saber lo que nos íbamos a encontrar, basándonos únicamente en unos planos de hace más de cien años, porque los coches tienen casi cien años”.
La historia de los vehículos se inicia con la primera adquisición por parte de la compañía de los Ferrocarriles de Madrid a Zaragoza y Alicante (MZA). La necesidad de vehículos para prestar servicio en sus líneas de litoral Mediterráneo (De Tarragona a Barcelona y Gerona) hizo que adquiriera en distintos pedidos hasta 406 vehículos de este tipo. Su destino a esas líneas hizo que se conocieran en el argot ferroviario como “costa”, si bien finalmente recorrieron toda la geografía ferroviaria. Ninguna de las fábricas españolas de material ferroviario pudo por si misma cumplir las exigencias en plazos de MZA, por lo que los pedidos se repartieron entre varios fabricantes, y esta diversidad la vemos en los cuatro coches que perviven, siendo cada uno de un constructor distinto, aun cuando su apariencia sea similar. Los coches se construyeron en 1920, 1923, 1927 y 1929. Este último, el más moderno, es el que aparece en el vídeo. El que se encuentra en mejor estado curiosamente es el centenario (1920).
Los servicios a los que MZA los destinó eran los de corto recorrido o cercanías, por lo que la mayoría de ellos eran de Tercera Clase (la más demandada), con la disposición con la que los podemos ver en la actualidad.
Los coches de caja de madera se fabricaron hasta bien entrados los años 30 del siglo pasado. Aun cuando ya existía tecnología para fabricar coches con caja metálica, las empresas ferroviarias fueron muy reacias a su uso, porque era muy calurosa en verano. La madera es mejor aislante térmico.
En 1941, con la creación de Renfe, esta nueva empresa heredó todo el material de las empresas absorbidas, dentro de los que se encontraban también estos coches.
Los coches “costa” estuvieron en uso hasta los años setenta. La desaparición de la Tercera Clase en 1972, el coste de su adecuación a Segunda Clase y la disponibilidad de material más moderno para sustituirlos hizo que, o bien fueran apartados y desguazados, o fueran destinados a servicios interiores (vivienda, taller móvil, escuela, economato, etc..)
En los años ochenta se decide la recuperación de tres de ellos para el “Tren de la Fresa”. Se trasladaron a los talleres de Explotaciones Forestales que tenía RENFE en su momento en Soria, siendo restaurados. Con ellos se comienza a prestar el servicio del “Tren de la Fresa”. En 1987-88 se recupera un cuarto coche, que es el que aparece en el vídeo. Este ya no se repara en Soria, porque aquellos talleres estaban a punto de cerrarse. Se traslada a los talleres de mantenimiento de material remolcado de Fuencarral (Madrid), los cuales en la actualidad también han desaparecido.
“El plazo que se dio para recuperar estos cuatro coches era muy ajustado -comenta Juan José Peña-. Eran tres meses para que estuvieran disponibles para inicio de la temporada. Lo hemos superado, pero vamos viendo que el trabajo ha merecido la pena. Aunque lleguen un poco más tarde de lo que esperábamos, al final se dispondrá de ellos para prestar el servicio al que están destinados”.
Existe un quinto coche de esta serie, que actualmente está siendo utilizando como sala de reuniones en las oficinas centrales de RENFE. Está en estudio su recuperación, y tras una profunda restauración destinarlo a la ampliación de la oferta del “Tren de la Fresa” incluyéndolo en su composición.
WOOD-MIZER, FUNDAMENTAL
“Soy un fan de WOOD-MIZER. Es mi mejor ayudante -introduce Emilio González Rodríguez, carpintero a cargo de la restauración de los coches del Tren de la Fresa-. Con mi LT20 he desarrollado la mayor parte del trabajo, gracias a él”.
Para sacar las vigas de los largueros de cama, si se sabía que eran de 16 cm pues, Emilio calculaba … y simultáneamente iba sacando tiras para las ventanas y para las persianas. Ha aprovechado siempre al máximo la madera. A la vez que hacía un paso, preparaba el siguiente.
“No solo me ha hecho la función del despiece de madera. También ha sido una máquina más a la hora de elaborar las piezas -apunta-. He aprovechado mucho la madera y el tiempo”.
Al tener memoria, la máquina conserva las medidas deseadas, ella sola se calibra y el trabajo es ágil y rápido.
En principio eran 16 pilares para cada coche, finalmente quizá han sido 40. Todas las ventanas, las persianas. Cada una lleva 20 láminas. Tapetes, junquillos, lamas para el suelo… “La mayor ventaja: Me lo he hecho yo solo. En una sierra convencional, con un tablón grande, tendría que tener otra persona”.
Otra ventaja: “Al ser diésel, me lo he traído con mi vehículo a las instalaciones de SIDERÚRGICA REQUENA. El aserradero está homologado para ir por carretera. Todos quedaron maravillados. De decir: Esta máquina es la que necesitamos aquí”.
Es una máquina rápida, precisa y para toda la vida, si se cuida bien. Es perfecta para un carpintero; la puede utilizar en el taller y en cualquier sitio.
“Desde que conocí HERSAN, los distribuidores de WOOD-MIZER en España, me ha ofrecido asesoramiento profesional y cercano -concluye Emilio González-. Me explicaron el manejo de la máquina, siempre están a mi disposición si tengo dudas. Tienen su equipo propio de mecánicos y lleva toda la vida en el sector”.
Andrea Nowosad, por su parte, se ocupa principalmente de restaurar los elementos conservados. De protegerlos, con tratamientos anti-carcoma, de igualar y mejorar el color a través de tintes, y de darles los acabados. Casi todo es madera. Para el metal el proceso es parecido; lijando y pintando con esmalte anti-óxido y protector.
“En la WOOD-MIZER se generan piezas nuevas. Mi labor es protegerlas, darles tinte y acabado – nos cuenta-. Lo maravilloso de estos coches, cuando empezamos a trabajar en ello fue ver la obra de ingeniería maravillosa que ocultaban. No es solo una caja recubierta de tablillas de madera. Existen unos sistemas de encastre, de descarga y de sujeción que son para aprender y para conservar. Es una gestión acertada que estos trenes de época no se pierdan”.
hola soy carpintero con mas de 38 años de experiencia en trabajar como restaurador de trenes.